COMIDA FÁCIL. El otro día, hablando con un amigo soltero,
me comentaba que lo de escribir El
Especiero de Patricia está muy bien. Que le gusta lo que escribo y suele
leerme a menudo pero que le tengo un poquito decepcionado porque según él, casi
siempre centro mis recetas en las familias y en los niños. “¿Qué hay de nosotros entonces?” Me
preguntó, pelín mosqueado. Pues oye, mira, no lo había pensado. Si existe algún/a otr@ solter@ indignado que lo diga (faltaría más), pero ya os digo que de
ninguna manera ha sido mi intención desatender a los que suelen cocinar para
uno mismo. La verdad es que la reprimenda me pilló por sorpresa y lógicamente,
mi primera reacción ante la idea de perder a uno de mis lectores fue pedir
disculpas, pero después, analizando si verdaderamente el fallo era mío, me
di cuenta de que el error en el que había caído mi amigo era de concepto, más
que de otra cosa.
Es verdad que cada vez hay más personas
que por voluntad propia deciden vivir solas y aunque hay que reconocer que,
bajo mi punto de vista, es más divertido cocinar cuando tienes más comensales
en casa, cocinar para uno mismo no tiene por qué resultar un coñazo si uno se
organiza bien. En mi defensa diré que, en general, las recetas que se publican
en El Especiero suelen tener
muy poca complicación y además, intento que suelan prepararse con ingredientes
sencillos y fáciles de encontrar, así que exceptuando las recetas de
repostería, donde la medición de los ingredientes debe ser exacta, en el resto
(que suelen venir medidas para cuatro comensales), pueden hacerse todas las
proporciones de cantidades de ingredientes necesarias dependiendo del número de personas para las que se va a cocinar, de forma que cualquier receta puede
prepararse para dos (y congelar lo que sobre para otra ocasión) e incluso, directamente, para
una sola persona. La típica frase de “cocinar
para uno no merece la pena” ya no cuela, así que si te gusta comer de una forma saludable, invertir un rato de tu tiempo en preparar
una estupendo guiso puede llegar a resultar un placer, siempre que uno se
organice y no desperdicie comida. ¡No hay excusa! Si eres soltero, casado,
divorciado o arrenjutado puedes ponerte el delantal para cocinar para uno,
exactamente igual que si fueras a cocinar para cuatro.
Y cambiando de tema. Hoy tengo en mente cocinar unas patatas a la riojana o más comúnmente
llamadas “patatas o papas con chorizo”,
plato originario y muy típico en la zona de La Rioja y Álava, aunque su consumo
se haya extendido a casi todas las regiones de España. Este plato es muy básico
y muy sencillo porque como base solo incluye tres ingredientes en su
elaboración: patatas, chorizo y pimentón.
El consumo de patatas en caldos
en nuestro país se inició durante la invasión de Napoleón, en el siglo XIX. Al parecer, en la población de Aldeanueva de
Ebro, lugar de nacimiento del conquistador Pedro Cieza de León, las patatas se empleaban para
alimentar a los jornaleros y allí, durante las labores de trilla, se mezclaban
las patatas de la era con el chorizo riojano conservado en las famosas orzas (chorizo de
la olla).
Sin lugar a dudas, si hay un ingrediente que
utilizamos mucho en la cocina española, sobre todo en los guisos, es el chorizo. Chorizo y
pimentón tienen mucho que ver, así que como en esta receta están presentes los
dos, vamos a profundizar un poquito más en el tema.
El chorizo es un embutido curado bien al aire o bien ahumado,
elaborado principalmente a base de carne de cerdo picada y adobada con
especias, siendo el pimentón el más importante y el que los diferencia de otro
tipo de chorizos. El pimentón es el causante de su distintivo color rojo y de su sabor,
ligeramente picante. La piel del chorizo suele ser intestino delgado de cerdo. Para que en España un embutido sea denominado chorizo, debe contener
necesariamente pimentón y ajo, que es lo que lo diferencia del chorizo de otros
países. Son muy conocidos los chorizos riojanos, el de Pamplona (caracterizado
por usar carne muy finamente picada), los de Salamanca y Ávila (chorizo cular),
el de Segovia (cantimpalo), los de Cantabria (potes), los de León y
Asturias y también la famosa chistorra de
Navarra.
Se cree que el pimentón apareció
en la cocina española en la Comarca de la Vera recién llegado de América.
Quevedo habla de negros chorizos en 1624, lo que relega hasta finales del siglo
XVII la época en la que el chorizo se pone rojo.
Las papas a la riojana, como la
mayoría de recetas tradicionales, ha ido mejorándose con el paso de los años y
a la base de patatas, chorizo y pimentón se han añadido otros ingredientes como
la cebolla, el ajo, los pimientos choriceros y el laurel.
Esta receta se elabora con caldo
de carne. Esta vez voy a utilizar caldo de carne envasado. Si no disponéis de
él, podéis utilizar la misma cantidad de agua y añadir un pastilla de caldo de
carne o de pollo. Un dato curioso en esta receta es que las patatas deben chascarse o cascarse antes de añadirse al guiso para que suelten toda la fécula y así engorden de
esta forma la salsa, pues si hay algo importante en esta receta es que el caldo debe quedar cremoso y las
patatas deben estar a punto de deshacerse, sin llegar a romperse.
INGREDIENTES (4 personas):
1 patata mediana por persona
2 chorizos riojanos curados
1 cebolla
2 pimientos choriceros
3 dientes ajo
2 hojas laurel
1 cayena
1 litro caldo carne (si no, agua y una pastilla de caldo de carne)
Sal
Aceite de oliva
1 cucharadita pimentón dulce
- Sumergir los pimientos choriceros en agua caliente para que se hidraten y así podamos extraer la pulpa.
- Pelar y picar la cebolla y los ajos.
- Lavar y pelar las patatas. A continuación, chascarlas en trozos medianos (metiendo el cuchillo en la patata y antes de cortar el trozo, rompiendo la patata, para que suelte la fécula o almidón que ayudará a engordar la salsa).
- Cortar los chorizos en tacos gruesos, sin pelar.
- En una cazuela grande y a fuego medio, añadir un chorrito de aceite de oliva (no echar demasiado pues el chorizo le aportará la grasa necesaria) y sofreír los ajos y la cebolla. Cuando la verdura esté blandita, subir un poco el fuego, añadir la cayena y los trozos de chorizo. Rehogar durante unos minutos.
- Apartar la cazuela del fuego y añadir el pimentón, removiendo bien para que no se queme.
- Volver a poner la cazuela en el fuego. Añadir las patatas al guiso, removiendo bien para que se integren todos los ingredientes y a continuación, cubrir con el caldo de carne.
- Subir el fuego hasta que líquido comience a hervir. En ese momento, bajar a fuego mínimo, añadir la pulpa de los pimientos choriceros, remover todo bien y dejar cocinar tapando la cazuela por espacio de unos 30’, hasta que las patatas estén hechas, removiendo de vez en cuando con ayuda de las asas de la cazuela, para que el caldo vaya espesando.
- Si durante el tiempo de cocción las patatas se quedaran sin líquido, añadir más caldo o agua, siempre fría.
- Transcurrido el tiempo de cocción, dejar reposar el guiso 10’ aproximadamente y rectificar de sal si fuera necesario.
- Si el caldo está todavía muy líquido, sacar y aplastar alguna patata y devolver de nuevo al guiso.
- Servir muy caliente.
¡Salud! Que las disfrutéis...
Da igual cocinar xa uno que xa 4. La cuestión son las ganas que tenga uno de meterse en la cocina. Me gustan los guisos en los que se puede mojar pan y este lo es. Eva
ResponderEliminarCocinar para uno tiene la ventaja de que puedes cocinar todos los guisos que quieras y congelar lo que te sobre para otro momento. No hay excusa. El que no cocina es xq no quiere! Laura L.
ResponderEliminarEn mi pueblo se le añaden tb costillas de cerdo y quedan muy buenas. Lola
ResponderEliminarMe encantan este tipo de guisos. Calentitos es una auténtica delicia. Raquel
ResponderEliminarQué pinton!!! Desde luego, merece la pena intentarlo. Miriam
ResponderEliminarEl chorizo es una de las mejores carnes que tenemos en España. Me encanta esta receta. Maite
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