EL MEJOR RECONSTITUYENTE. Mi amor por las sopas viene de lejos. Tan lejos que ni
sé por qué me gustan tanto. Lo que tengo claro es que si me dan a elegir entre
varios primeros platos durante los meses de invierno y primavera no tengo ninguna
duda, me declino o bien por un guiso de legumbres o por una sopa. Las sopas me
gustan porque calientan, reconfortan (y yo soy friolera por
principio), porque son muy ligeras, nutritivas, sustanciosas y lo mejor, existe
tanta variedad que resulta imposible cansarse de ellas. Y es que este tipo de
alimento, cuyo principal ingrediente es el agua, tiene importantes cualidades para
nuestro organismo como ayudar a mantener una correcta hidratación, suelen ser
muy bajas en calorías y además, son una excelente fuente de vitaminas y
minerales. Para su elaboración pueden utilizarse multitud de ingredientes de lo más variado como
verduras, carnes, pescados, pastas, legumbres, especias y otros condimentos, logrando de esta forma evitar que las sopas se conviertan en un alimento monótono.
Es cierto que los hábitos
alimenticios cambian en las diferentes estaciones del año y así como en verano
apetece más una buena ensalada o un gazpacho, durante los meses de frío nuestro
cuerpo debe ajustarse a temperaturas bajas y a la falta de sol, por eso es tan importante
nutrirnos de alimentos un poco más calóricos que permitan acumular reservas de
energía y de paso, mantener el calor corporal. Es momento de incluir tubérculos
y cereales en nuestra dieta, carbohidratos como la pasta o legumbres y frutas
de temporada como la naranja, la mandarina o la papaya, que aportan gran
cantidad de vitaminas.
El hábito de tomar sopa
contribuye a formar parte de una dieta sana y equilibrada por varias razones:
- El consumo de sopa ayuda a disminuir la ingesta de otros alimentos, generando una agradable sensación de saciedad después de ingerirla y reduciendo de esta forma el apetito. Estudios recientes confirman que los individuos consumen un 20% menos de calorías cuando incluyen una sopa en su dieta respecto de las personas que no la ingieren.
- La sopa disminuye la densidad energética de la dieta, que es la relación existente entre el volumen y las calorías aportadas por la dieta, es decir, a mayor volumen, menor contenido calórico y menor densidad energética.
- Tomar sopa es muy saludable, porque contribuye con el hábito de comer despacio ya que suele estar calientes y porque el método de cocción utilizado en su elaboración permite aprovechar todos los nutrientes de los alimentos, como ocurre cuando hervimos verdura en agua, aprovechando ese agua para preparar un rico caldo.
- Es muy fácil de preparar. Para elaborar una sopa sólo debemos colocar una cacerola con suficiente agua hirviendo y agregar todos los ingredientes que queramos que contenga.
- Es muy sana. Debido a que para su elaboración los alimentos e ingredientes deben hervir, los microorganismos que pueden estar entre ellos se destruyen. Además, la sopa es considerada un alimento de fácil digestión y masticación, apropiada para cualquier edad.
Hoy vamos a centrarnos en un tipo de sopa muy popular en Francia, la
sopa de cebolla con queso gratinado, caldo cuyo principal ingrediente es la
cebolla caramelizada. Se trata de una sopa muy antigua (se conserva la tradición
medieval de verterla sobre una rebanada de pan), siendo probable que existiera
en la mayoría de los países europeos. Aparece por primera vez en el siglo XIV,
en un libro de cocina llamado “Le
viandier” de Tailevent,
conservado en la Biblioteca Nacional de Francia, siendo considerada un plato
humilde, elaborado con ingredientes sencillos, identificada con las épocas de
hambruna (por supuesto, el añadido de queso rallado es muy
posterior). Esta sopa ganó su fama en el siglo XIX, cuando se extendió en París
la costumbre de tomar algo caliente en los pocos sitios abiertos a altas horas
de la madrugada, como tabernas y restaurantes que rodeaban las Halles de París
y el Mercado Central de Abastos, pasando de ser la sopa que tomaban los
trabajadores a ser considerada un tentempié para noctámbulos.
Para la preparación de la sopa de cebolla se cortan las cebollas en
forma de brunoise o juliana y posteriormente se sofríen en mantequilla o en cualquier
tipo de aceite vegetal. Algunas recetas añaden harina para espesar ligeramente
con un roux y también se añade algún tipo de licor como vino blanco, jerez o
brandy. Todo ello se hierve en agua o en un caldo ligero de hortalizas y/o
carne (con ternera, buey o ave). Se suele servir caliente en un cuenco o tazón,
acompañada de una capa de queso gruyere o emmental rallado. Se puede verter la
sopa sobre una rebanada de pan colocada en el fondo del cuenco, a la manera de
las sopas medievales o se puede presentar la versión francesa que dispone de
una variante muy tradicional llamada gratinèe (gratinado), por la que una vez
la sopa está servida en los cuencos, se cubre con una rebanada de pan blanco en
la que se espolvorea pan rallado y se gratina en el horno, formando su ya
famosa costra dorada.
INGREDIENTES (4 personas):
500 gramos cebollas blancas
70 gramos mantequilla
1 cucharada harina
100 ml. vino blanco
1 litro caldo de carne
Unas rebanadas pan duro
100 gramos queso gruyere rallado
1 hoja laurel
Sal
Pimienta
PREPARACIÓN:
- Cortar las cebollas en rodajas muy finas.
- En una cazuela a fuego medio/bajo, añadir la mantequilla y dejar que se derrita. En ese momento, añadir las rodajas de cebolla y comenzar a pochar a fuego lento, removiendo de vez en cuando hasta que prácticamente se caramelicen, obteniendo un ligero color dorado. Este proceso puede durar entre 30 y 35’.
- Una vez caramelizadas las cebollas, añadir a la cazuela una cucharada de harina y remover con ayuda de una cuchara de palo hasta que la harina se tueste. Añadir a continuación el vino y seguir removiendo un poco más para que el alcohol se evapore.
- Agregar el resto de ingredientes (caldo de carne, una hoja de laurel, sal y pimienta).
- Tapar la cazuela y dejar cocinar por espacio de unos 40-45’. Transcurrido el tiempo, comprobar que el caldo tiene un ligero color caramelo y rectificar de sal si fuera necesario.
- Precalentar el horno a 200 grados, en modo grill.
- Para emplatar, servir la sopa en cuencos aptos para horno. En cada cuenco colocar un par de rebanadas de pan duro. Espolvorear con queso gruyere rallado por encima.
- Introducir los cuencos en el horno y gratinar, hasta que la capa superior quede tostada.
- Servir la sopa de cebolla muy caliente.
¡Salud! Que la disfrutéis...
Me pierde la sopa de cebolla! Es un plato espectacular. Estudié un año en París y era mi plato favorito. No suelo hacerla en casa pero me apetece mogollon intentarlo. Paula
ResponderEliminarTiene muy buena pinta pero no sabe demasiado fuerte? Rita
ResponderEliminarEsta sopa es una maravilla. Con queso parmesano x encima es una locura. Beatriz L.
ResponderEliminarNo la he probado nunca pero si es como la que se aquí de ajo debe estar súper buena. Desde luego, voy a intertar cocinarla. Inma
ResponderEliminarMe flipa esta sopa!! Gratinada mucho mejor. Raquel
ResponderEliminarMe encantan las sopas como a ti. No hay día que no la coma. Tiene una pinta buenisima. Eva
ResponderEliminarLo mejor de la sopa de cebolla es el gratinado. Me encanta! Miriam
ResponderEliminarQué rico! Ana B
ResponderEliminarLas sopas y cremas son muy sanas y están buenisimas. Olga
ResponderEliminarNo conocía esta sopa. Yo creo que le vendría bien algo de chicha, no? Ana
ResponderEliminarAna, puedes hacer todos los cambios que consideres en la receta. Seguro que la mejoras. Yo he puesto la receta original.
EliminarMuchas gracias por vuestros comentarios. La sopa de cebolla es simplemente única. Probadla!
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