viernes, 26 de febrero de 2016

ROSQUILLAS DE ANÍS


LAS DE SIEMPRE. ¡Que no, que no, que las rosquillas de anís no están secas! En ocasiones me toca ser la defensora de pleitos pobres con respecto a este tipo de repostería que mucha gente asocia con la denominada “pastelería viejuna” o de pueblo. Durante mi infancia y debido al trabajo de mi padre, mi familia no pasaba más de dos o tres años en un mismo lugar. Durante años recorrimos buena parte de la zona central de la Península y mi madre, cocinillas donde las haya, aprendió mucha de la gastronomía de algunos pueblos perdidos de Badajoz y Cáceres, de Toledo, Cuenca, Ciudad Real y también de Madrid, donde regresamos para quedarnos cuando yo era adolescente. Aquella vida “nómada” que nos tocó vivir, nos enseñó a valorar buena parte de los platos que se cocinan por esas regiones, todos ellos muy tradicionales, algunos incluso con historia.

Rosquillas listas, tontas y de Santa Clara

En materia de repostería mi madre aprendió muchas recetas interesantes como las llamadas flores, las rosquillas de anís, los huesos de San Expedito o los pestiños. Para mí, todos estos nombres son muy familiares, de hecho hasta me da morriña recordarlos, pero para la gran mayoría, entre los que incluyo a mis amig@s y también a mi pareja, estos nombres les suenan a chino. Aún recuerdo como mi madre apuntaba todas esas recetas en hojas de libreta cuadriculadas que iba acumulando dentro de carpetas, libros de cocina antiguos, de sobres, bolsos, cajones y que todavía hoy, cuándo dentro de ese desorden consigue rescatar alguna, vuelve a preparar alguna receta mientras se sigue prometiendo a sí misma “debo organizar todas estas recetas algún día” sin intención alguna de cumplirlo. Gracias a estos descubrimientos en forma de recetas escritas a mano de cualquier forma, en hojas ya amarillentas por el transcurso de los años, con manchas que parecen de azúcar, de leche o de huevo, de cuando en cuando vuelven a mí esos sabores antiguos, que me traen a la cabeza un montón de recuerdos dulces de mi niñez.

Rosquilla en general es un dulce frito u horneado elaborado con distintos tipos de masa, desde una masa más o menos esponjosa hasta incluso masas hojaldradas. Tiene forma toroide, es decir, forma de rosca y de ahí viene su nombre. La rosquilla española es un dulce típico en la Semana Santa, cuyo origen se remonta al antiguo Imperio Romano, época en la que su receta se extendió a buena parte de Europa y de la cuenca mediterránea.


Rosquillas francesas

En España, hay muchas variedades de rosquillas. Así, en Madrid encontramos las rosquillas de San Isidro, Patrón de Madrid y cuya festividad se celebra cada 15 de mayo. Existen 4 variedades, que se diferencian no en la elaboración de la masa sino en el acabado final:

  • Rosquillas tontas. Las más antiguas. No llevan ningún tipo de acabado, son las más simples. De ahí proviene su nombre. Tradicionalmente se hacían con excedentes de masa de pan. Suelen estar perfumadas con anís.
  • Rosquillas listas. Llevan una capa de azúcar glas que puede ser de distintos colores (marrón, amarrillo, rosa…). También pueden ir “emborrachadas” con algún tipo de licor.
  • Rosquillas de Santa Clara. Después de bañarlas en clara de huevo se cubren con una capa de merengue seco de color blanco. En Castilla y León se hacen de mayor tamaño y son conocidas como rosquillas de baños o roscos de Castilla.
  • Rosquillas francesas. Se rebozan al final en almendra picada.

Otro tipo de rosquillas son las rosquillas ciegas, parecidas a las de Santa Clara pero que carecen de agujero en el medio, de ahí su nombre de ciegas. Son típicas en la provincia de Palencia, concretamente en Saldaña.

Rosquillas ciegas

Como curiosidad os contaré que tradicionalmente, en la zona de Reinosa (Cantabria), las rosquillas se conservaban en invierno en recipientes enterrados en la nieve de la cordillera Cantábrica. En Galicia, las rosquillas se consumen en todas las romerías y fiestas populares, siendo las rosquillas de Puenteareas, las más conocidas.

Hace solo unas semanas mi madre me sorprendió con unas rosquillas de anís. Hacía muchísimo tiempo que no las comía y la verdad es que me supieron a gloria, así que pensé que era una buena idea hacer un post con esta receta. Hoy vengo con la plena intención de recomendaros este tipo de gastronomía dulce tradicional, a la que debéis dar una oportunidad para poder apreciar lo esponjosas y jugosas que son. El que tenga en mente que estas rosquillas fritas son densas, secas y aceitosas se confunde de cabo a rabo. Hacedme caso. Acompañadas de un buen tazón de leche e incluso con un chocolate caliente pueden resultar una merienda estupenda. 

Antes de ponernos con las manos en la masa una recomendación importante. La cantidad de harina utilizada en este tipo de recetas es orientativa. El objetivo es elaborar una masa que puedas modelar con las manos sin problemas, así que comenzad echando la mitad de la harina al inicio del proceso y después, seguid incorporando poco a poco el resto hasta conseguir que la masa quede perfecta.

INGREDIENTES:
1 huevo
350-500 gramos harina
1 cucharada levadura
6 cucharadas azúcar
4 cucharadas leche
4 cucharadas aceite
½ copita anís

Para freír:
Aceite de girasol

Para decorar:
Azúcar blanquilla


PREPARACIÓN:
  • Cascar un huevo en un bol y añadir el azúcar. Batir bien (con ayuda de la batidora y el accesorio de varillas si os resulta más fácil) hasta conseguir que la mezcla blanquee. A continuación, añadir la leche, el aceite y el anís y continua batiendo hasta que todos los ingredientes queden bien integrados.
  • Mezclar la mitad de la harina con la levadura y tamizar con un colador encima de la mezcla anterior. Añadir poco a poco la harina hasta que la masa vaya espesando.
  • Espolvorear la mesa de trabajo con un poco de harina, verter la masa sobre ella y comenzar a trabajarla hasta que tenga la consistencia deseada (justo hasta el momento en que puedas modelarla con las manos).
  • Transcurridos unos minutos de amasado, hacer una bola con la masa y dejarla reposar en un bol, tapada con film transparente durante unos 10’, para sea más manejable.
  • Transcurrido el tiempo, con las manos enharinadas para que no se nos pegue la masa en los dedos, comenzar a hacer bolitas de masa del tamaño de una nuez, que achataremos con ayuda de las manos. A continuación, introducir un dedo en el centro, con el objetivo de darle forma de rosquilla.
  • Calentar en una sartén un buen fondo de aceite de girasol. De hecho, volver a añadir más aceite si baja el nivel porque si la masa de rosquillas toca el fondo se quema enseguida. Comenzar a freírlas teniendo cuidado de no poner demasiadas en la sartén porque la levadura hace que crezcan mucho, debiendo haber separación entre ellas para que puedan freírse correctamente.
  • Esperar a que se doren por ambos lados y una vez fueras de la sartén, dejar reposar sobre papel absorbente de cocina para absorber el exceso de aceite.
  • Mientras están todavía calientes, pasar cada rosquilla por un plato con azúcar y rebozar.
  • Dejar reposar las rosquillas en un plato hasta que se enfríen y después, guardarlas en una caja de lata para que se conserven mejor.

¡Salud! Que las disfrutéis...


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12 comentarios:

  1. Jajajajajaja!! Qué gracia me ha hecho lo de pastelería viejuna. Yo soy un poco de esa opinión Patricia. No me gustan mucho este tipo de rosquillas. Maite

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  2. Me encantan las rosquillas de anís. Me recuerdan a mi niñez. Mi abuela hacia unas de vino que estaban impresionantes. Me encanta esta receta! Paula

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    1. Paula, qué ricas las rosquillas de vino. Si te apete, puedes compartir con nosotr@s la receta de tu abuela

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  3. Soy de Madrid y claro que he probado las rosquillas listas y tontas. Puedo de ir que están riquísimas. Me encantaría probar esta receta. Inma

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  4. Me encantan las rosquillas de anís. Yo le añado ralladura de limón. Eva

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  5. La pastelería viejuna como tu dices es la mejor! Nada como la repostería de pueblo. Alba

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  6. Ahora en invierno es el momento de hacer estas cosas en casa. Me encantan las rosquillas. Rosa

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  7. De viejuna nada. Deseando estoy siempre de que mi abuela haga rosquillas. Silvia.

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  8. Pensaba que la masa debía estar más tiempo reposando. Que buena pinta rienen!! Carmen

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    1. Carmen, esta masa no necesita excesivo reposo. Al freirlas sube bastante la masa, así que no es necesario.

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  9. Muchas gracias por vuestros comentarios!!

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