viernes, 21 de octubre de 2016

CÓMO CONSEGUIR QUE LOS NIÑOS COMAN DE TODO


TERAPIA NUTRITIVA. En materia de nutrición conozco a más de un/a padre/madre que parece que ha hecho un máster en psicología por cómo entienden de bien a sus hijos. Sin embargo, conozco a otros/as que no lo llevan tan bien y a veces, su nivel de desesperación alcanza cotas muy elevadas. ¡Es normal! No es nada nuevo que tu hijo pueda convertirse durante unos minutos en el niño de “El Exorcista” cuando se le pone un puré de verduras delante o sin embargo, el muy embaucador te eche la mejor de sus sonrisas cuando le pones en la mesa los clásicos macarrones con tomate y queso rallado para comer. Entender por qué tu hijo no come como los demás, qué puedes hacer para que coman determinados alimentos que no suelen gustar a casi ninguno, establecer unas rutinas alimentarias o saber qué alimentos deben comer en cada etapa de crecimiento es una asignatura que nunca nos enseñaron en el colegio, ni tampoco en la universidad, así que cuando llega el momento de enfrentarse a ese problema, a más de un@ le pilla desprevenid@.



Hace muy poquito he leído un artículo en "El Mundo" que hace una reflexión acerca de qué deben hacer los padres para fomentar una alimentación sana y equilibrada en los niños y no desistir en el intento cuando rechazan ciertos alimentos. Estaréis de acuerdo conmigo en que la alimentación de los hijos es fundamental para su desarrollo físico y mental. El estado de salud no sólo de los niños, también de los adultos, dependerá de su estilo de vida, de sus hábitos alimenticios y también de su actividad física y es durante la etapa infantil cuando es más fácil aprender y adquirir estos buenos hábitos. Esperar a la adolescencia e incluso a la edad adulta para adquirirlos es un completo error.

Si hay un tema importante durante la etapa de crecimiento de los niños es conocer qué y cuánto deben comer según su edad de crecimiento y cómo y cuándo deben introducirse nuevos alimentos en las distintas etapas de su desarrollo.



  • El primer año de vida del bebé es un periodo de crecimiento máximo. En unos meses el bebé triplica su peso y crece de media unos 25 centímetros. Hasta los 6 meses, el alimento básico de un niño es la leche materna (o la leche de fórmula o maternizada) y no necesita nada más.
  • A partir de los 6 meses la leche sigue siendo fundamental, pero por sí sola no aportará todos los nutrientes necesarios, por lo que habrá que comenzar a introducir nuevos alimentos. El orden de introducción no tiene por qué ser rígido. Lo mejor es ofrecer lo que los padres coman habitualmente. Eso sí, en forma de purés y de trocitos de alimentos que puedan coger ellos mismos con las manos para que vayan acostumbrándose a los alimentos sólidos y duros.
  • Los derivados de la leche no deben introducirse hasta los 10 meses. No por el riesgo de alergias, sino por el riesgo a la ferropenia (disminución del hierro en el organismo), ya que puede originarse de manera precoz.
  • De los 12 a los 24 meses la alimentación debe estar compuesta de una dieta completa y equilibrada con la inclusión de frutas, legumbres, pescados, carnes y lácteos.
  • La etapa clave del crecimiento se produce de los 2 a los 3 años. Desde este momento hasta la adolescencia el crecimiento es más lento y en proporción se come menos cantidad que durante los años anteriores. Ahora el crecimiento sufre altibajos, por lo que unas temporadas se come más y otras menos. Por eso, en esta época el niño puede decidir qué cantidad comer pero nunca qué comer. En esta etapa son imprescindibles las verduras, frutas, legumbres, pescados, carnes, pastas y arroces, evitando siempre el exceso de azúcar, las grasas y la sal.
  • Durante los 2-3 años hasta los 6, los pequeños comienzan a rechazar algunos alimentos. Además, el sentido del gusto en estas edades puede ser muy variable: un día se comen bien unos alimentos y justo al día siguiente los rechazan. Es durante los 2-3 años cuando los niños entran en una fase de oposición y reafirmación de la personalidad y eso incluye también a los alimentos. Muchas veces llegan a rechazar un alimento sólo por el hecho de llamar la atención. En estos momentos es cuando los padres no deben darse por vencidos, insistiendo y ofreciendo de nuevo los alimentos rechazados. Pero, ¿cómo convencerles? Lo cierto es que si un niño rechaza un alimento es porque no está acostumbrado a él y nunca va a hacerlo si los padres no se ponen firmes. La buena noticia es que casi todos los niños que previamente han comido bien vuelven a comer bien después de su fase de reafirmación. La mala es que por regla general, lo hacen a su tiempo y a su manera.



Algunas causas importantes de por qué los niños no quieren comer son:
  1. Apetito pobre debido a una enfermedad crónica, cuyo tratamiento es parte de la enfermedad principal.
  2. Miedo a la alimentación. El niño tiene apetito pero debido a cualquier situación traumática, generalmente asociada a un dolor, le da miedo comer. El tratamiento es más que nada psicológico, intentando quitar el trauma.
  3. Apetito pobre por una percepción alterada de los padres. Significa que los padres creen que sus pequeños comen poco cuando en realidad están comiendo lo que deben, alterando de esta forma la percepción del niño y generándoles estrés. El tratamiento en este caso debe estar más dirigido a los padres que al propio niño.
  4. Ingesta de alimentos altamente selectiva. Se refiere a niños que tienen una alta sensibilidad a olores, colores, sabores, texturas, etc. Saben qué les gusta y que no y es muy difícil convencerlos para que prueben algo nuevo. El tratamiento es darles a probar los mismos platos pero con aderezos diferentes, para intentar captar su atención hacia los alimentos que no quiere comer.
  5. Apetito pobre en un niño fundamentalmente vigoroso. Éstos son niños felices y juguetones que les gusta más jugar que comer. El tratamiento a este problema es encontrar la forma de que se calmen a la hora de comer, intentando retirar de su vista las posibles distracciones para captar su atención. También debe avisárseles con antelación de que van llegando la hora de comer, para que vayan sintiendo apetito.
  6. Apetito pobre en un niño apático y retraído. ¡Cuidado con las depresiones de los niños! No son ninguna tontería. La inapetencia a la hora de comer es uno de los principales síntomas de que algo no va bien.


Algunos trucos interesantes para que ningún niño se nos resista a la hora de comer son:
  1. Ser positivo. Tratar de hacer de las comidas una experiencia positiva, felicitando al niño cuando come bien.
  2. Disfrazar la comida. Por ejemplo, mezclar las verduras con salsa de tomate y servirla con pasta.
  3. Cocinar con los niños. Hacer partícipes a los niños en la planificación y elaboración de las comidas puede ser un gran estímulo para abrirle el apetito a los más pequeños.
  4. Hacer que la comida sea atractiva y divertida. Ofrecer pequeñas porciones de comida ayuda, en plan hamburguesas mini, patatas o zanahorias baby porque no es bueno llenar en exceso los platos de comida de los niños. También les atraen los pequeños envases, por lo que es bueno utilizar zumos de fruta y yogures individuales.
  5. Crear una “comida basura” saludable. Las posibilidades son infinitas. Por ejemplo, puedes preparar pizzas con pan de focaccia o pan de pita con sus ingredientes favoritos o hamburguesas utilizando carne picada de calidad.
  6. Comienza tal como te gustaría que continúe. Iniciar al bebé en la comida sólida con alimentos frescos en vez de procesados es un acierto. Si los niños se acostumbran al sabor de lo fresco desde el principio serán menos propensos a comer mal.
  7. No te alteres. Si tu hijo se niega a comer, relájate. Pronto se dará cuenta de que no tiene mucho sentido una rabieta si no reaccionas a ellas.
  8. Sistemas de recompensa. Los premios por completar un objetivo no deben estar basados en alimentos (chocolate o chucherías) ya que estaríamos dando un mensaje equivocado al niño. La recompensa puede ser una tarde de cine o una visita al zoo. Intenta que los objetivos sean semanales para que no lo vean demasiado lejano y vayan perdiendo el interés.
  9. Comer juntos. Comer con toda la familia siempre que sea posible puede hacer que tu hijo cambie de actitud. Quitar el foco de atención sobre la comida del niño y mantener un ambiente distendido en la mesa puede llegar a ser muy útil. Evita usar la hora de la comida para hacer valer tu autoridad. De hecho, si hay que dar una lección o un sermón, déjalo mejor para otro momento.

¡Somos lo que comemos! Y no me cansaré de repetirlo. Conseguir que los niños y por qué no, también los adultos, disfruten con la comida es un objetivo que deberíamos cumplir siempre. Porque comer es un placer. ¿O no? ¿Qué pensáis vosotr@s? ¿Qué tal comen vuestr@s hij@s?


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10 comentarios:

  1. Lo malo de los niños es que no vienen con un manual de instrucciones... jejeje. Lourdes

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  2. El mío come fatal!! Y estoy desesperada!! Ana L.

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  3. Buen artículo. Es cuerto que la actitud de los padres es muy importante a la hora de enseñar a comer a los niños. Maite

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  4. Cada niño es un mundo y lo que vale para uno no vale para el siguiente. Al menos es lo que me ha pasado a mí. Eva

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  5. Pues yo estoy completamente de acuerdo contigo. A los niños hay que enseñarles a comer de pequeños. Los míos comen de todo porque están acostumbrados a comer de todo desde que eran pequeños. Laura

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  6. La educación alimentaria es fundamental. Trabajo con niños y con un poco de maña no es difícil hacerles comer de casi todo. Ana María

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  7. Lo mismo que se aplica a los niños debería aplicarse a los adultos porque mi pareja come peor que cualquier chaval. Me pone nerviosa! Lucía

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  8. Mucha paciencia es lo que se necesita para que los niños coman en condiciones. Yo lo he conseguido con los míos. Raquel

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  9. Este tema es súper importante. Nos lo deberiamos tomar mucho más en serio. Paz

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  10. En este tema, me parece que hay opiniones para todos los gustos. Es lógico!!! Cada niño es un mundo y también, la educación que reciben no solo en casa, sino también en el cole es diferente en cada caso. Lo importante es introducirles en la gastronomía, enseñarles a probar, a identificar de vez en cuando nuevos sabores, a experimentar con texturas nuevas, a sorprenderlos con nuevos alimentos. De esta forma conseguiremos que los niños obtengan una buena cultura culinaria que les va a servir para mucho en el futuro. Muchas gracias por vuestros comentarios!

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