PORTUGAL. Lisboa es definitivamente, la ciudad perfecta para
perderse por unos días. Tanto si te gusta la historia como vivir el ambiente de
la ciudad, si te gustan los edificios de piedra caliza, los azulejos de
brillantes colores colocados en paredes y suelos o si te apetece disfrutar del
océano Atlántico, esta ciudad es un destino que no debes perderte. Lisboa te
seducirá no solo por la enorme cantidad de monumentos, iglesias y museos que
puedes visitar, sino también por el encanto que desprenden su gente, sus
calles, sus restaurantes; por el atractivo que supone moverse por la ciudad
subido en un antiguo tranvía y por la melancolía que te atrapa al escuchar un
fado. El Castillo de San Jorge, Alfama (barrio más antiguo de Lisboa), la Torre
de Belem, el Monasterio de los Jerónimos, el Parque de las Naciones, el Barrio
de la Baixa o el Barrio Alto son algunos de los sitios que no debes dejar de
visitar.
Plaza del Comercio (Lisboa) |
Hace un par de años mi chico y yo
pasamos un días en esta maravillosa ciudad. Nos apetecía hacer una escapada a
Lisboa, pero por motivos diferentes. Yo había veraneado en varias ocasiones con
mis padres en Portugal cuando era pequeña, pero de aquello hacía ya tantos
años, que me apetecía volver a disfrutar de sus inmensas playas, recordar el
sabor que tienen los pastelitos de Belem y vagabundear por las calles de
Lisboa. Santi tenía un motivo quizás más romántico que el mío. Había vivido con
su familia en Cascáis buena parte de su infancia y tenía la ilusión y por qué
no decirlo, el objetivo de volver a la calle donde creció, para ver qué quedaba
de su antiguo hogar. Así que sin pensarlo dos veces, cogimos el coche y nos
plantamos en Lisboa.
Creo que ninguno recordaba bien
la ciudad, así que la disfrutamos como si fuera la primera vez que la visitábamos.
Recorrimos cada rincón, cada monumento, cada calle. Hacía mucho tiempo que
Santi no escuchaba ni hablaba el portugués y aunque todavía recuerda algunas
frases e incluso canciones, su portugués no parecía demasiado fluido. Parecía,
claro, porque si hubo algo que me llamó la atención fue la facilidad con la que
comenzó a entender sin problemas las conversaciones de los lugareños y poco
después, como por arte de magia, comenzó a chapurrear en portugués casi sin
problemas. Escucharle hablar en este idioma tan musical y suave al oído fue muy
divertido.
Elevador da Bica (Lisboa) |
Por supuesto, además de Lisboa visitamos los pueblos de alrededor (Sintra, Estoril y Cascáis), donde después
de dar algunas vueltas con el coche, Santi encontró lo que buscaba, la calle
donde vivió con sus padres, una vía empinada que terminaba en un fondo de
saco o callejón sin salida donde por un instante, volviendo a su niñez, recordó
un montón de anécdotas ocurridas mientras jugaba con sus hermanos en esa
cuesta. La casa en la que vivió seguía en pie, aunque con unos cuantos años más
a sus espaldas. Es curioso que todo le pareció mucho más pequeño, como suele
ocurrir cuando observamos las cosas con ojos de adulto.
Faro de Santa Marta (Cascáis) |
Pero no todo fue hacer turismo.
Lisboa ofrece al visitante una gastronomía excelente, variada, de mucha
calidad y con productos muy marineros. El caldo verde (sopa elaborada con col
rizada), la Francesinha (especie de croque Monsieur a base de jamón y queso a
la que se le añade también lonchas de carne curada y mucha salsa de carne), la
cataplana de mariscos (estofado al vapor de mariscos variados), las sardinas
asadas en carbón, el queso de Serra o quiejo da Serra, queso mantecoso
elaborado con leche de oveja y los pasteles de Belem o las queijadas de Sintra,
son algunos de los platos que si os dejáis caer por Lisboa no debéis dejar de probar.
Bacalao |
Pero si hay un producto estrella
en la gastronomía portuguesa, imprescindible en su cocina, es el bacalao.
Asado, cocido, a la parrilla, desmigado, con nata, en ensaladas, los
portugueses son los primeros consumidores de bacalao a nivel mundial. Pero,
¿cuál es la razón? Para responder a esta pregunta hay que remontarse al año
1353, en el que Pedro I de Portugal Y Eduardo II de Inglaterra establecieron un acuerdo de
pesca para que los pescadores de Lisboa y Oporto pudieran capturar bacalaos en
las costas inglesas durante 50 años. Cuando se descubrió el bacalao, éste se
adaptaba perfectamente a las necesidades de la época, por ser considerado un
producto no perecedero (al salarlo aguantaba las largas travesías por el océano
Atlántico), un producto muy accesible para la población, que en aquella
época raramente podía comprar pescado
fresco y además, porque los comerciantes incentivaban el consumo de bacalao
como sustitutivo de los alimentos prohibidos por la religión. En épocas de ayuno y abstinencia, como en la Semana
Santa, no se comían carnes y de esta forma el bacalao cobró protagonismo. Con
el tiempo, el bacalao se convirtió en un símbolo de identidad en Portugal.
Bacalao desmigado |
Hoy, en plena Semana Santa, os traigo un plato muy apropiado en estas fechas (por aquello de que no contiene carnes en su elaboración), típica
en Portugal, Bacalhau com natas. La primera vez que probé esta receta la cocinó para toda la familia Jorge, uno de los hermanos de Santi, alicantino de
nacimiento y un enamorado de la cultura portuguesa y brasileña que no sé por qué, me da que algún día se marchará a Portugal, pero para quedarse. Jorge, además de ser un excelente escritor y guionista es un estupendo cocinillas al que le apasiona la comida en general y la cocina en particular (por este
orden, creo) y que un día me sorprendió con este maravilloso plato. Hace poco le pedí su receta para incluirla en en El Especiero de Patricia y aquí está. ¡Espero que
os guste!
Añadiendo la bechamel al Bacalhau com natas |
En esta receta, el bacalao podéis adquirirlo
salado o ya desalado. Si lo escogéis salado, debéis proceder a su desalado antes de elaborar el plato con 24-36 horas de antelación (dependiendo del tipo y grosor del bacalao), pasando primero las piezas de bacalao por agua fría para desprender las primeras capas de sal. Después, en un recipiente, debéis cubrirlas con agua fría y reservar en el frigorífico, cambiando el agua cada 9-12 horas. Yo, esta vez, utilizaré
bacalao desalado.
INGREDIENTES (4 personas):
400 gramos bacalao desalado en migas
4 patatas
1 cebolla
2 dientes ajo
½ litro leche
250 ml. nata líquida (o
leche evaporada)
250 ml. caldo pescado
40 gramos mantequilla
40 gramos harina
Sal
Pimienta
1 hoja de laurel
Nuez moscada
Aceite de oliva
PREPARACIÓN:
- Precalentar el horno a 190 grados.
- Pelar las patatas en rodajas de una grosor medio y freírlas en abundante aceite de oliva a fuego medio, como si fuéramos a preparar una tortilla de patatas hasta que estén blanditas, pero sin que lleguen a dorarse, pues terminarán de hacerse en el horno. Desgrasar las patatas en una fuente con papel absorbente de cocina y después, colocar la mitad de las patatas en la base de la fuente refractaria en la que vamos a preparar el bacalao. Si decidís salar las patatas no lo hagáis en exceso porque el propio bacalao proporcionará buena parte de la sal que necesita el plato.
- Para cocer el bacalao, en un cazo comenzar a calentar la leche. Añadir una hoja de laurel. Cuando casi comience a hervir, introducir las migas de bacalao y dejar cocinar a fuego medio, por espacio de 3-4’. Apartar del fuego y con ayuda de un colador, reservar el bacalao en un plato.
- NOTA IMPORTANTE: No desechar esa leche porque será la que utilicemos para hacer la bechamel.
- Pelar y picar la cebolla y los ajos. Comenzar a pochar en una sartén caliente, a fuego medio y con un chorrito de aceite. Una vez pochado, subir un poco el fuego, añadir el bacalao desmigado ya cocido y saltear durante unos minutos.
- Apartar del fuego y añadir el salteado de bacalao y verduras en la fuente, sobre la primera capa de patatas. A continuación, añadir el resto de patatas, formando una segunda y última capa.
- Preparar una bechamel ligera con la misma leche en la que hemos cocido el bacalao (quizás haya que añadirle un poquito más). Para ello, en un sartén a fuego medio, añadir la mantequilla. Una vez derretida, incorporar la harina y tostar unos minutos. Después, añadir la leche y la nata o leche evaporada poco a poco (deben estar calientes para que no se formen grumos) y comenzar a espesar, removiendo sin parar con ayuda de una cuchara de madera. Añadir un chorrito de caldo de pescado. Por último, salpimentar e incorporar un toque de nuez moscada. Cuando la bechamel esté lista, repartir homogéneamente sobre la fuente, cubriendo bien patatas y bacalao.
- Poner el gratinador en el horno, introducir la fuente y dejar gratinar hasta que se tueste la parte superior.
- Servir caliente.
¡Salud! Que lo disfrutéis...
No he probado esta receta pero menuda pinta tiene!! Espectacular. Tere
ResponderEliminarFelicidades x el aniversario!! Muchos éxitos para el Especiero. Tere
ResponderEliminarEsta receta es lo más. Super recomendable!! En casa la comemos a menudo. Bea
ResponderEliminarGran receta. Contundente pero con una pinta increíble. Perfecta xa estos días
ResponderEliminarEncantada con esta receta. La he comido en Lisboa muchos veranos. Hacía tiempo que no me acordaba de ella. Quizás es el momento de hacerla y disfrutarla. Felicidades por el aniversario del Especiero.
ResponderEliminarCuriosa receta. No había oido hablar de ella. Pero tiene que estar buenísima. A lo mejor me atrevo con ella. Tere
ResponderEliminarQué rico!!! Pilar
ResponderEliminarFelicidades por el aniversario de el especiero! Me encanta Portugal y su gastronomía. El bacalao com natas está buenísimo. Carla
ResponderEliminarHe comido el bacalao con bechamel en el Mesón del Bacalao en Madrid y está exquisto. No me importaría intentarlo en casa. Buena receta! Paloma
ResponderEliminarReceta muy popular en Portugal. Y además está muy buena. Un poco laboriosa si que es, pero el resultado merece la pena. Sandra
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios y también por las felicitaciones. Animaos con esta receta porque no os defraudará!
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