UN CLÁSICO, NUNCA FALLA. El otro día fui a casa de una amiga a comer. Le pregunté: “¿quieres que lleve algo de postre?”. “Si no te importa, prepara algo casero”, me dijo sin más. Casero. Aquel día me quedé pensando en esa palabra y me di cuenta de que disponemos de tal variedad de postres, dulces, bizcochos, tartas y pasteles al alcance de nuestra mano en cualquier panadería o pastelería, tan apetecibles, con tan buena pinta además, que con las prisas que llevamos habitualmente, con nuestra obsesión por economizar tiempo estamos perdiendo la buena costumbre de cocinar postres caseros.
Y eso que aunque no lo creamos,
la palabra "casero" revaloriza siempre un plato. Para mí casero significa
elaborar un postre con productos de calidad, frescos, sin conservantes ni colorantes. Estaréis de
acuerdo conmigo en que si soléis comer a menudo en uno de los mil restaurantes
de menú que suelen posicionarse estratégicamente cerca de nuestras oficinas,
nunca falla el “momento camarero” que, justo después de retirarte el segundo
plato a toda prisa, llega muy sonriente con su amplio repertorio de postres, te los
enumera a toda leche (son tantos que se te olvidan la mitad) y al final pone la coletilla de “y todos son
caseros”. Así que pides por ejemplo, una tarta de queso. Casera. Y el tío va y
te trae un trozo de algo muy compacto, en forma de triángulo, con una capa de
una sustancia que parece mermelada de fresa por encima y un coulis rosa regando
el plato. Eso sí. La decoración del plato es todo un espectáculo, con azúcar glas tamizada a un lado y un par de frambuesas y una hoja de menta al otro.
La gente que me conoce dice que tengo obsesión con este tipo de restaurantes. Para que voy a mentir. Un poco sí, la verdad. Y no porque se coma mal. Estaría mintiendo. Pero lo siento, no me fío de un sitio en el que pagas entre doce o quince euros por un menú que incluye a elegir entre cinco primeros, cinco segundos y que de postre sean capaces de ofrecerte diez o quince postres distintos y todos ellos “caseros”. Mi intuición me dice que para preparar semejante cantidad de postres el restaurante necesitaría contar con al menos dos o tres personas con dedicación exclusiva a la repostería y si así fuera, ya os seguro que se incrementaría bastante el precio del menú. Por eso, ¿no estaría mejor ofrecer un arroz con leche y unas natillas caseras, frutas de temporada, yogur, helados y no mentir descabelladamente al consumidor?
Pizarra de postres |
La gente que me conoce dice que tengo obsesión con este tipo de restaurantes. Para que voy a mentir. Un poco sí, la verdad. Y no porque se coma mal. Estaría mintiendo. Pero lo siento, no me fío de un sitio en el que pagas entre doce o quince euros por un menú que incluye a elegir entre cinco primeros, cinco segundos y que de postre sean capaces de ofrecerte diez o quince postres distintos y todos ellos “caseros”. Mi intuición me dice que para preparar semejante cantidad de postres el restaurante necesitaría contar con al menos dos o tres personas con dedicación exclusiva a la repostería y si así fuera, ya os seguro que se incrementaría bastante el precio del menú. Por eso, ¿no estaría mejor ofrecer un arroz con leche y unas natillas caseras, frutas de temporada, yogur, helados y no mentir descabelladamente al consumidor?
Además, con toda mi intención de
reivindicar la vuelta de los postres caseros hay que ser consciente de que este
tipo de repostería precocinada o industrial es hoy por hoy el principal obstáculo para llevar una dieta
sana y saludable, no sólo por su rápido y poderoso aporte de energía sino por
su alto contenido en azúcar y grasas saturadas.
Ingredientes flan |
A lo que vamos. Que me lío. Al final, aquél día decidí llevar a casa de mi amiga un flan de huevo CASERO, el de toda la vida. Me encanta porque gusta a todo el mundo, es un postre muy agradecido, muy sano, natural y lo más importante, muy
fácil de hacer.
Pocas cosas se pueden decir del flan que no se hayan dicho ya. Para mí es un postre perfecto. Recuerdo haberlo comido en casa desde siempre. Es un postre suave, cremoso, que pega con todo. Lo podemos encontrar de huevo, de vainilla, de leche condensada, de chocolate, café, queso, coco… Pero yo creo que el auténtico, el genuino, es el flan de huevo. Si luego queréis acompañarlo con nata montada, frutas, frutos secos o cualquier otra cosa, por supuesto, también quedará perfecto.
El flan es un postre a base de huevos, leche y azúcar, cocinado al baño María (donde las yemas se cuajan y toman la forma del molde, adquiriendo una textura ligera y muy cremosa), con caramelo en la capa inferior, pudiendo aromatizarse con vainilla, canela o cáscara de limón. Los primeros flanes aparecen en la época del Imperio Romano, donde eran llamados tyropatina y se volvió muy popular durante la Edad Media, en época de Cuaresma. Fue alrededor del siglo VII cuando se popularizó el termino flan, que provenía de la palabra francesa y alemana “flado”, que significa torta u objeto plano. Fue por esa época en la que se dejó de espolvorear con pimienta en su superficie, como acostumbraban los romanos y se sustituyó por azúcar.
Si algo caracteriza al flan es su modo de cocción al baño María, que consiste en un calentamiento indirecto y una forma de transmitir calor de forma uniforme, por el hecho de sumergir la flanera en un recipiente mayor que contiene agua en ebullición. Se atribuye la invención de esta técnica de cocción a María la Judía, alquimista del siglo III. Originalmente se trataba de un baño de arena y cenizas que calentaba otro recipiente con agua, que a su vez calentaba el siguiente. Más tarde se quitó la arena y se dejó únicamente el recipiente con agua.
FLAN DE HUEVO CASERO
Para el caramelo:
Pocas cosas se pueden decir del flan que no se hayan dicho ya. Para mí es un postre perfecto. Recuerdo haberlo comido en casa desde siempre. Es un postre suave, cremoso, que pega con todo. Lo podemos encontrar de huevo, de vainilla, de leche condensada, de chocolate, café, queso, coco… Pero yo creo que el auténtico, el genuino, es el flan de huevo. Si luego queréis acompañarlo con nata montada, frutas, frutos secos o cualquier otra cosa, por supuesto, también quedará perfecto.
El flan es un postre a base de huevos, leche y azúcar, cocinado al baño María (donde las yemas se cuajan y toman la forma del molde, adquiriendo una textura ligera y muy cremosa), con caramelo en la capa inferior, pudiendo aromatizarse con vainilla, canela o cáscara de limón. Los primeros flanes aparecen en la época del Imperio Romano, donde eran llamados tyropatina y se volvió muy popular durante la Edad Media, en época de Cuaresma. Fue alrededor del siglo VII cuando se popularizó el termino flan, que provenía de la palabra francesa y alemana “flado”, que significa torta u objeto plano. Fue por esa época en la que se dejó de espolvorear con pimienta en su superficie, como acostumbraban los romanos y se sustituyó por azúcar.
Flanes al Baño María |
Si algo caracteriza al flan es su modo de cocción al baño María, que consiste en un calentamiento indirecto y una forma de transmitir calor de forma uniforme, por el hecho de sumergir la flanera en un recipiente mayor que contiene agua en ebullición. Se atribuye la invención de esta técnica de cocción a María la Judía, alquimista del siglo III. Originalmente se trataba de un baño de arena y cenizas que calentaba otro recipiente con agua, que a su vez calentaba el siguiente. Más tarde se quitó la arena y se dejó únicamente el recipiente con agua.
Caramelo hirviendo |
El flan casero es un alimento rico en nutrientes que nos aportan muchos beneficios en el organismo. Debemos destacar su alto aporte proteico, ya que el huevo y la leche son dos fuentes importantes necesarios para mantener los tejidos en perfectas condiciones. Destaca también su contenido en minerales como el calcio, que ayudará a mantener los huesos fuertes e intervendrá en la absorción de grasas por parte del organismo. Hay que tener en cuenta su elevado aporte energético, ya que al utilizar azúcar en su elaboración la cantidad de hidratos de carbono es alta, aportando a nuestro organismo la fuerza necesaria para poder afrontar el día a día. Por ello es muy recomendable en el caso de los deportistas y en el de los más pequeños. No creo que haya que enrollarse mucho más para presentar esta receta. Hoy vamos a preparar un flan de huevo como los de antes. Como los de siempre. Podéis elegir entre hacerlo en una flanera grande, de varias porciones, o en flaneras individuales. ¿Vamos con ello?
FLAN DE HUEVO CASERO
INGREDIENTES:
5 huevos XL
750 ml. leche entera
Unas gotas esencia de vainilla
8 cucharadas soperas de azúcar
Para el caramelo:
4 cucharadas soperas de azúcar
Unas gotas de agua
PREPARACIÓN:
- En primer lugar, precalentar el horno a 200 grados. En una fuente refractaria grande (tienen que caber todas las flaneras, tanto si son individuales como si lo hacemos en un solo molde), echar agua caliente hasta más o menos la mitad de la fuente (tened en cuenta que vais a tener que introducir la/s flaneras en el agua) e introducir en el horno mientras vamos preparando el resto de la receta, para que el agua se mantenga muy caliente.
- En segundo lugar, preparar el caramelo. Para ello, en una sartén a fuego fuerte, incorporar 4 cucharadas de azúcar y añadir unas gotitas de agua (solo un poquito), para que ayuden en el proceso de caramelización. Dejarlo cocer un rato en el fuego, hasta observar que el caramelo va adquiriendo un ligero tono dorado (sin llegar a ser muy oscuro porque eso significaría que el caramelo se ha quemado y amargaría el postre en vez de endulzarlo). ¡Cuidado con tocar el caramelo con los dedos! Las quemaduras son terribles. Una vez listo, verter el caramelo en la/s flaneras y extender moviendo un poquito los moldes para que llegue bien a todos lados.
- Mientras se enfría el caramelo, preparar el flan. En un bol, incorporar los huevos, el azúcar (podéis echarle menos cucharadas si lo preferís menos dulce), la leche a temperatura ambiente y unas gotas de esencia de vainilla. Batir bien hasta que el azúcar quede completamente disuelta y verter la mezcla en la/s flaneras.
- Introducir la/s flaneras en la fuente refractaria con agua caliente y dejar hornear al baño maría durante 50-60’ aproximadamente (depende de la intensidad de calor de cada horno). Para saber si los flanes están cocinados basta meter un palillo en el centro del flan. Si sale limpio está hecho, si no es así, dejarlo 5-10’ más.
- Una vez listos los flanes, sacarlos del horno y dejar enfriar a temperatura ambiente por supuesto, fuera del baño María. Una vez atemperados, reservar en la nevera sin desmoldar hasta justo el momento de emplatar.
Bon pro'! (¡Buen provecho! en genovés). Nos leemos el próximo miércoles.
P.D.: Si os apetece escribir algún comentario o compartir esta receta en las redes sociales, podéis hacerlo un poquito más abajo. ¡Muchas gracias!
Postre estupendo para cualquier ocasión. Lourdes
ResponderEliminarA mis hijos les encanta. Yo lo hago en flaneras individuales, que dura más. Gloria
ResponderEliminarYo añado a la leche un poco de canela y está muy bueno. Ana L.
ResponderEliminarAna, como yo no infusiono la leche para hacer el flan no le incorporo una rama de canela, pero si se calentara un poco podría quedar muy rico de sabor. Tú como lo haces??
EliminarEstoy completamente a favor de los postres caseros. El flan me encanta. Suave y muy nutritivo para ls niños. Maite
ResponderEliminarSuelo comprar los flanes de Dhul, que para mí están buenísimos, pero es cierto que donde esté lo casero... Habrá que intentarlo, no? Pilar
ResponderEliminarEl flan es un postre muy sencillo de preparar, así que no hay excusa para no intentarlo. Os va a encantar!! Muchas gracias por vuestros comentarios.
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